Cuando no quieres vivir.

Nada sirve si eres tú la que tiene el problema y no haces nada por remediarlo. Te miras todos los días al espejo y no ves nada más que una chica que realmente da pena. Haces lo posibe por estar bien: te peinas, te maquillas y cojes cualquier camiseta, según tu humor, si no te apetece ni existir: la de Misfits. Si te sientes mona: la camisa de cuadros.

Llegas al instituto y no encajas. Todo el mundo va muy mono, que si camiseta nueva, pelito rizado, rimmel y un cuerpazo de infarto.

Te vuelves a mirar, llevas extensiones rosas, los ojos completamente llenos de sombra negra, una camiseta de un grupo que nadie ya escucha, pero que es uno de los mejores. 

Llevas el pelo cardado, unas Vans de colores que se están poniendo grises y una mochila de Drop Dead.

Aguantas las miradas. Sólo eres una gorda que intenta destacar, pero que ya lo hace saliendo a la calle, enseñando esa figura.

Pero lo único que quiero es ser yo misma. Me gustaría que la gente me ignorase en ese maldito instituto de pijos. Como cuando voy por Madrid. 

Por suerte o por desgracia ya llega el verano. El lado bueno, es que no tengo por qué ver a nadie de mi instituto. El malo es que es verano y posiblemente, como hago el 99% de las veces, no me mueva de casa. El simple hecho de bañador y pantalón corto me acompleja. Además de tener que enseñar mis marcas, las mismas que me hacía en este tipo de días. Profundas, para hacerme creer que todavía sentía algo.

No sé que hacer con mi vida. Hoy es uno de esos días que piensas joder, ¿por qué me he levantado?

Pero aquí estoy una madrugada más, desvelada y sin ganas de hacer nada. Reconozco que aunque estoy respirando, no tengo vida.

... Ahora, mientras lloro, me imaginaré que Andy Biersack canta esta maravillosa canción en mi oído.</3

 

Alice Purdy.